Imágenes del nuevo telescopio revelan detalles inéditos de una poderosa llamarada solar
El telescopio solar Daniel K. Inouye ha capturado imágenes ineditas de bucles de plasma en una llamarada solar, revelando detalles que podrían mejorar la comprensión y predicción de las tormentas solares, las cuales pueden afectar la tecnología en la Tierra.

Recientes imágenes obtenidas por el nuevo telescopio solar Daniel K. Inouye, situado en Hawái, han permitido observar por primera vez los pequeños bucles de plasma dentro de una intensa llamarada solar. Este avance podría abrir un camino hacia la comprensión de los componentes fundamentales de las violentas tormentas solares.
Un avance meteorológico desde Haleakalā
Las imágenes capturadas por el telescopio Inouye proporcionan la vista más nítida hasta la fecha de una llamarada solar, mostrando arcos de gas caliente que tienen un ancho de entre 10 y 30 millas. Esta resolución supera ampliamente la capacidad de instrumentos previos, que solo podían distinguir bucles de hasta 60 a 100 millas de ancho, logrando así una claridad más de 2.5 veces superior.
Los científicos sugieren que estos "bucles coronales" podrían ser las piezas más elementales de las llamaradas solares, que son explosiones abruptas de energía que despiden una gran cantidad de radiación hacia el espacio y hacia la Tierra. Este descubrimiento representa un paso significativo para comprender cómo se producen las llamaradas solares, lo que podría llevar a mejores pronósticos del clima espacial y así prevenir que futuras tormentas solares causen estragos en satélites, redes eléctricas y señales de radio.
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Maria Kazachenko, coautora del estudio, expresó: "Saber que un telescopio puede teóricamente hacer algo es una cosa; verlo desempeñarse en ese límite es emocionante".
El Daniel K. Inouye Solar Telescope se encuentra en la cima de Haleakalā, un volcán inactivo que se eleva a 10,000 pies sobre el nivel del mar en Maui. El nombre Haleakalā, que significa "casa del sol" en hawaiano, no fue la única razón por la cual se eligió este sitio; su ubicación ofrece condiciones ambientales especiales que permiten a los astrónomos observar mejor la corona solar, la capa más externa de la atmósfera del Sol.
Observaciones detalladas de la llamarada solar
En el estudio publicado en The Astrophysical Journal Letters, el equipo de investigadores examinó 686 bucles. Se descubrió que el grosor de estos bucles era relativamente uniforme, sugiriendo que el telescopio finalmente ha logrado visualizar las partes más diminutas de una llamarada solar.
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Las imágenes, obtenidas en agosto de 2024 durante una llamarada de clase X, muestran arcos oscuros que se elevan sobre cintas brillantes de la llamarada. Hasta ahora, los científicos habían creído que las llamaradas solares estaban compuestas por numerosos pequeños bucles magnéticos, pero nunca habían podido observarlos directamente; en cambio, solo podían teorizar sobre su existencia.
Cole Tamburri, autor principal del estudio, indicó que si el equipo realmente ha identificado los componentes fundamentales de una llamarada solar y no simplemente agrupaciones más grandes de bucles, esto representaría un avance importante para los meteorólogos espaciales. La información adicional que se obtenga del estudio en mayor profundidad podría mejorar los modelos informáticos para predecir el clima espacial.
Imagen llamarada solar extraída desde cuenta de X de National Solar Observatory @NatSolarObs
Un ciclo solar de actividad
El Sol pasa por un ciclo de actividad que dura aproximadamente 11 años. Durante este período, el Sol es más tranquilo al principio y al final, pero se vuelve más turbulento en el medio, generando erupciones poderosas. El reciente pico de actividad solar ocurrió alrededor de octubre de 2024, lo que ha resultado en un aumento notable de llamaradas solares y explosiones masivas de plasma desde la corona.
A pesar de encontrarse a 93 millones de millas de distancia, las erupciones solares pueden tener un impacto significativo en la Tierra y en el resto del sistema solar. Si bien la atmósfera y el campo magnético de la Tierra protegen a las personas de la radiación más intensa, estos eventos pueden tener consecuencias graves, interfiriendo con sistemas de telecomunicaciones, navegación y otras tecnologías críticas.
A lo largo de la historia, han ocurrido eventos raros, pero memorables; por ejemplo, en marzo de 1989, una llamarada importante dejó sin electricidad a Quebec, Canadá, durante 12 horas e incluso interrumpió las transmisiones de Radio Free Europe.
Conclusiones y perspectivas futuras
El descubrimiento realizado por el telescopio Daniel K. Inouye representa no solo un avance en la observación solar, sino también una oportunidad para mejorar la predicción del clima espacial. A medida que los investigadores continúan analizando y comprendiendo estos nuevos datos, será posible desarrollar pronósticos más precisos que pueden ayudar a mitigar los efectos adversos de las tormentas solares en la tecnología y la infraestructura en la Tierra.
La comunidad científica observa con entusiasmo los hallazgos del telescopio y sus implicaciones para futuros estudios sobre el clima solar y sus efectos en nuestro planeta. A medida que la actividad solar sigue aumentando, la necesidad de comprender estos fenómenos se vuelve aún más crucial.
Este avance en la astronomía subraya la importancia de la observación y el estudio de nuestro astro rey, el Sol, y sus complejas dinámicas. Para quienes siguen de cerca el clima espacial, estos hallazgos son un recordatorio de la fascinante ciencia que está en constante descubrimiento.
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