La carrera espacial: de la URSS a EE.UU. y el legado humano
La carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética, iniciada con el lanzamiento del Sputnik 1 en 1957, culminó con el alunizaje del Apolo 11 en 1969, marcando un hito de la supremacía estadounidense y transformando la exploración espacial en un esfuerzo colaborativo con el tiempo, como se evidenció en la misión conjunta Apolo-Soyuz de 1975.

La competencia por la supremacía espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética fue uno de los episodios más intrigantes y significativos de la Guerra Fría. Desde finales de la década de 1950 hasta principios de los 70, la carrera espacial no solo llevó a la humanidad más allá de sus fronteras planetarias, sino que también dejó un legado de avances tecnológicos que todavía influencian diversas áreas en la actualidad, como la medicina, las telecomunicaciones y la informática.
El inicio: la URSS toma la delantera
A pesar de que Estados Unidos se consideraba a la vanguardia tecnológica y económica durante la Guerra Fría, la URSS sorprendió al mundo con un logro monumental. El 4 de octubre de 1957, la Unión Soviética lanzó al espacio el Sputnik 1, el primer satélite artificial que orbitaría la Tierra. Con un peso de 83,5 kg, el Sputnik 1 se convirtió rápidamente en un símbolo del avance soviético y generó un profundo impacto psicológico en Estados Unidos, que hasta ese momento creía tener la delantera en innovación. El característico sonido de "bip, bip" que emitía el satélite resonaba como una alarma en la Casa Blanca, evidenciando que la URSS había tomado la delantera en la carrera espacial.
Bajo la dirección del ingeniero Serguéi Koroliov, el programa espacial soviético continuó con una serie de logros impresionantes. Un mes después del lanzamiento del Sputnik 1, el 3 de noviembre de 1957, la URSS lanzó el Sputnik 2, que llevó a la perra Laika, el primer ser vivo en orbitar la Tierra. Aunque Laika no sobrevivió, la misión representó un avance significativo para el programa soviético. Estos éxitos motivaron a Estados Unidos a responder con una mayor inversión y esfuerzos en su propio programa espacial.
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En 1958, el presidente Dwight Eisenhower fundó la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA) con el objetivo de restaurar el prestigio estadounidense y alcanzar la primacía en la exploración espacial. A pesar de la rápida creación de la NASA, la URSS mantuvo su posición dominante a través de otros hitos destacables:
1959: La sonda Luna 2 se convirtió en el primer objeto humano en impactar la Luna, seguido por Luna 3, que capturó las primeras imágenes de su cara oculta.
12 de abril de 1961: Yuri Gagarin hizo historia al convertirse en el primer ser humano en viajar al espacio a bordo de la Vostok 1, completando una órbita alrededor de la Tierra y dejando a Estados Unidos lidiando con una sensación de fracaso.
1963: Valentina Tereshkova se convirtió en la primera mujer en volar al espacio.
1965: Alekséi Leónov realizó la primera caminata espacial.
La respuesta de EE.UU.: Objetivo, la Luna
El exitoso vuelo de Gagarin fue un momento decisivo que impulsó a Estados Unidos a actuar con urgencia. En un famoso discurso, el presidente John F. Kennedy estableció un objetivo audaz para la NASA: poner a un hombre en la Luna y traerlo de regreso a salvo antes de que concluyera la década de 1960. Este compromiso transformó la NASA, proporcionándole un apoyo político, económico e ideológico sin precedentes y dando inicio al ambicioso Programa Apolo.
El programa espacial estadounidense, liderado por el ingeniero Wernher von Braun, conocido por su trabajo previo en el desarrollo de los cohetes V-2 para Alemania, comenzó a ponerse al día. Aunque la URSS continuaba obteniendo triunfos, el programa Apolo fue avanzando a un ritmo acelerado. Después de múltiples misiones de prueba y algunas tragedias, como el incendio en la cápsula del Apolo 1 en 1967 que resultó en la muerte de tres astronautas, la NASA se preparó para su gran momento.
El 16 de julio de 1969, la misión Apolo 11 despegó del Centro Espacial Kennedy, impulsada por el cohete Saturno V, diseñado por von Braun. La tripulación estaba integrada por Neil Armstrong, Edwin "Buzz" Aldrin y Michael Collins. Cuatro días después, el 20 de julio de 1969, el módulo lunar Eagle aterrizó en el Mar de la Tranquilidad. Seis horas y media más tarde, Neil Armstrong descendió por la escalerilla y se convirtió en el primer ser humano en pisar la Luna, pronunciando su icónica frase: "Este es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad". El evento fue retransmitido en vivo y presenciado por aproximadamente 600 millones de personas en todo el mundo.
El fin de una era y el comienzo de la colaboración
El alunizaje del Apolo 11 se considera un hito esencial para Estados Unidos y marcó el clímax de la carrera espacial. Luego de la muerte prematura de Serguéi Koroliov en 1966 y del fracaso del cohete lunar N-1, la URSS se encontró incapaz de competir con el éxito estadounidense y su programa lunar tripulado fue finalmente cancelado.
Aunque la rivalidad espacial continuó durante algunos años, el espíritu de competencia comenzó a dar paso a un inédito capítulo de colaboración. En julio de 1975, la misión conjunta Apolo-Soyuz se convirtió en un símbolo de cooperación entre las dos superpotencias, ya que una nave estadounidense y otra soviética se acoplaron en el espacio. Con el colapso del bloque soviético en la década de 1990, la carrera espacial evolucionó hacia la cooperación internacional, destacándose iniciativas como la Estación Espacial Internacional (EEI), un esfuerzo conjunto de diversas agencias espaciales de todo el mundo.
La carrera espacial no fue solo una competencia sobre quién podía alcanzar primero la Luna; fue un motor de progreso humano que demostró que, al trabajar juntos, no hay límites para lo que se puede lograr.
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