La Evolución del Himno Nacional de Chile: Historia y Controversias
El Himno Nacional de Chile, creado en 1819 por Bernardo de Vera y Pintado y con música de Manuel Robles, ha evolucionado a lo largo de los años, destacando la versión definitiva de Eusebio Lillo de 1847, que centró su letra en la belleza del país, mientras ha estado marcado por controversias y reinterpretaciones que reflejan las tensiones y cambios sociales del país.

El Himno Nacional de Chile es más que una melodía que acompaña actos cívicos, partidos de fútbol o celebraciones patrias; es un símbolo cargado de historia, cambios y controversias. Desde sus inicios, ha acompañado el proceso de construcción de la identidad nacional, y su evolución refleja las diversas etapas y tensiones que ha vivido el país a lo largo de los años.
Del Primer Grito de Independencia: La Versión de Vera y Robles
La historia del himno chileno comienza en un periodo de lucha por la independencia, cuando Chile se liberó del dominio español y buscaba establecer su identidad nacional. En los primeros años de la república, durante celebraciones de triufos como los de Chacabuco y Maipú, era común que se entonara el himno argentino. Era evidente que Chile necesitaba su propia canción patriótica.
En este contexto, en 1819, durante el gobierno de Bernardo O'Higgins, se encargó al poeta argentino-chileno Bernardo de Vera y Pintado la creación del primer himno nacional. La letra de Vera y Pintado contenía un fuerte tono antiespañol, reflejando las heridas de las guerras de independencia. Frases como "Esos monstruos que cargan consigo el carácter infame y servil" eran una clara manifestación de la hostilidad hacia la antigua metrópoli.
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La música para este himno fue compuesta en 1820 por el violinista y guitarrista chileno Manuel Robles. Esta versión, conocida como la "Marcha Nacional", fue inaugurada con ceremonial el 20 de agosto de 1820. Sin embargo, su popularidad no duró. La élite de la época consideraba que la música de Robles era demasiado sencilla y asociada con un estilo popular del siglo XVIII, lo cual no concordaba con los deseos de proyectar una nación moderna.
Un Cambio de Sonido: La Llegada de Ramón Carnicer
Para modernizar la música del himno, en 1826, el ministro Mariano Egaña encargó al compositor español Ramón Carnicer y Batlle la creación de una nueva melodía. Carnicer, un destacado músico catalán que se encontraba exiliado en Londres por sus ideas liberales, aceptó el reto y compuso la melodía que perdura hasta hoy, con algunas modificaciones.
Estrenada en 1828, la música de Carnicer, con su marcada influencia rossiniana, se caracterizó por ser marcial y llena de movimiento, lo que contribuyó a su longevidad en la historia chilena durante más de 149 años.
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La Letra Definitiva: La Pluma de Eusebio Lillo
A medida que pasaban los años y se restablecían las relaciones diplomáticas, la letra de Vera y Pintado se volvió problemática. Su tono beligerante y hostil hacia España resultaba inaceptable para muchos, especialmente en ceremonias oficiales. Por esta razón, en 1847, el gobierno del presidente Manuel Bulnes decidió encargar la redacción de un nuevo texto a Eusebio Lillo Robles, un joven poeta y funcionario de 21 años.
A pesar de su adversidad política con Bulnes, Lillo aceptó el desafío. Se enfrentaba a la compleja tarea de sustituir el coro original profundamente arraigado en el sentir popular. Aunque Lillo propuso un coro alternativo ("Libertad, invocando tu nombre..."), Andrés Bello, un prominente intelectual de la época, desaconsejó esta modificación argumentando que podría ser utilizado como un "grito de lucha contra un gobierno constituido". Finalmente, se decidió mantener el estribillo original de Vera y Pintado.
La nueva letra de Lillo, inaugurada el 17 de septiembre de 1847, se centraba más en las bellezas naturales de Chile. Con versos memorables y atractivos, su recepción fue positiva entre la población.
Controversias y Reinterpretaciones a lo Largo del Tiempo
A pesar de su aceptación, el himno nacional ha estado marcado por controversias y reinterpretaciones que reflejan las tensiones sociales y políticas del país:
La tercera estrofa: De las seis estrofas escritas por Lillo, tradicionalmente solo se cantaba la quinta junto con el coro. Sin embargo, en 1973 se obligó a la interpretación de la tercera estrofa ("Vuestros nombres, valientes soldados...") en actos oficiales, lo que generó un fuerte rechazo. En 1990, tras el retorno a la democracia, el presidente Patricio Aylwin eliminó esta obligatoriedad mediante un decreto.
Adaptaciones populares: La melodía de Carnicer, considerada compleja para el canto masivo, ha sido adaptada por la población a lo largo del tiempo. Los chilenos han modificado la tonalidad, el ritmo y partes de la melodía para facilitar su interpretación. El Estado ha intentado corregir estas adaptaciones a través de decretos en 1909, 1941 y 1980, sugiriendo el uso de grabaciones en actos oficiales para guiar el canto del público.
Un símbolo en disputa: En un contexto más reciente, durante la instalación de la Convención Constitucional en 2021, la interpretación del himno se convirtió en un momento de tensión, donde los arreglos de cuerdas se mezclaron con los gritos por los presos de la revuelta, incorporando sonidos de kultrunes mapuche. Este episodio reflejó las diversas sensibilidades de un Chile en proceso de cambio.
En conclusión, el Himno Nacional de Chile es un espejo de la historia del país: un relato de lucha por la independencia, construcción de identidad, conflictos políticos y una búsqueda constante de unidad. Cada vez que se entona, resuenan no solo sus notas y versos, sino también las huellas de un pasado complejo y un presente en constante transformación.
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