Riesgo nuclear en Ucrania: laboratorio con uranio enriquecido bajo bombardeos rusos
La invasión rusa de Ucrania ha puesto en riesgo un laboratorio en Járkov que alberga uranio enriquecido, expuesto a constantes bombardeos y con potencial para causar un desastre ambiental que afectaría a más de 640,000 personas; esta situación, sumada a la precariedad de otras instalaciones nucleares, genera preocupación internacional sobre las posibles repercusiones de un accidente nuclear en Europa.

La invasión rusa de Ucrania ha elevado considerablemente las tensiones en el ámbito nuclear. Entre los aspectos más preocupantes de este conflicto se encuentra un laboratorio en Ucrania que alberga varias decenas de kilos de uranio enriquecido, el cual está bajo constante riesgo debido a los bombardeos rusos. Este inestable escenario no solo representa un desafío militar, sino que además atenta contra la seguridad ambiental en la región.
El contexto nuclear en Ucrania
En medio de la guerra, el riesgo nuclear en Ucrania se ha convertido en un tema de preocupación internacional. La posibilidad de un error que provoque un desastre ambiental es un fantasma constante que amenaza con desbordar las fronteras ucranianas. Ya había inquietudes previas sobre la planta nuclear de Chernóbil, que continúa sin reparaciones desde su catástrofe en 1986. Sin embargo, la situación en el país va más allá de este icónico sitio.
La invasión rusa ha alterado no solo el mapa militar de Europa, sino que ha expuesto una red de instalaciones nucleares, muchas de las cuales jamás fueron concebidas para resistir ataques aéreos. Si bien la central nuclear de Zaporiyia ha acaparado la atención mediática por ser la más grande de Europa y estar bajo control ruso desde 2022, Ucrania alberga otros reactores, laboratorios de investigación y depósitos de combustible gastado que representan un delicado sistema de riesgos nucleares.
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El Instituto de Física y Tecnología de Járkov
Uno de los puntos críticos es el Instituto de Física y Tecnología de Járkov, que alberga el dispositivo denominado Neutron Source, el cual contiene varias decenas de kilos de uranio enriquecido, material que podría generar contaminación en vastas áreas si se libera. Esta instalación se encuentra a tan solo 14 kilómetros del frente de combate y ha sufrido más de 70 impactos confirmados por parte de la artillería rusa. Esto ha llevado a muchos a considerar que las acciones de Moscú no son accidentales, sino que forman parte de una estrategia deliberada.
Este instituto, que fue fundamental en el diseño de la primera bomba atómica soviética, acordó en 2010 la reubicación de su uranio apto para armamento a Rusia, bajo la presión de Estados Unidos en un esfuerzo por evitar la proliferación nuclear. A pesar de la retirada de parte de su material, el facultativo todavía custodia materiales altamente peligrosos, incluido el uranio de alta radiación de su Neutron Source, que fue financiado por Estados Unidos como parte de ese acuerdo.
La estructura que alberga el Neutron Source, que cuenta con un núcleo del tamaño de un autobús escolar y un acelerador de partículas de aproximadamente 30 metros, está rodeada de blindajes metálicos. Sin embargo, el edificio en sí carece de las protecciones necesarias contra bombardeos. Las repercusiones de estos ataques han resultado en grietas, desprendimiento de yeso y la destrucción de un transformador en 2022, lo que provocó que la instalación enfrentara meses de cortes de energía. Esto obligó a los científicos a improvisar sistemas de calefacción para evitar daños irreversibles en las barras de combustible, un hecho que Ucrania ha calificado de ecocidio. Un impacto directo en esta instalación podría liberar radiación sobre una población de aproximadamente 640.000 personas.
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Chernóbil y Zaporiyia: Escenarios de riesgo
Desde el inicio de la invasión, los escenarios de catástrofe nuclear han estado latentes. En febrero de 2025, un dron ruso perforó la estructura de acero que cubre el reactor 4 de Chernóbil, el sector más contaminado del planeta, rompiendo su sellado hermético aunque sin provocar fugas inmediatas. Por otro lado, en Zaporiyia, los ataques constantes han comprometido la capacidad de refrigeración de los seis reactores, especialmente después de la destrucción en 2023 de una presa clave que llevó a depender de un estanque de emergencia y de líneas eléctricas que son vulnerables a ataques.
Cada incidente suscita el temor a un accidente radiológico que, aunque no alcance la magnitud de la tragedia de 1986, podría dispersar materiales contaminantes sobre amplias áreas de Europa del Este. Algunos ataques, como el de Chernóbil justo antes de la Conferencia de Seguridad de Múnich, son interpretados por Kiev y sus aliados como mensajes estratégicos del Kremlin, que utilizaría el riesgo nuclear como herramienta de intimidación política.
Riesgos colaterales en infraestructuras nucleares
No solo las instalaciones nucleares en Ucrania están en peligro. A finales de agosto, fragmentos de un dron ucraniano interceptado causaron daños a una estación transformadora cercana a la central nuclear de Kursk en territorio ruso, lo que obligó a una reducción en su producción. Este incidente evidencia cómo la guerra convierte a las infraestructuras nucleares civiles en objetivos colaterales de un enfrentamiento militar, donde drones, misiles y artillería operan cada vez más cerca de áreas de alto riesgo.
Expertos alertan que ni las centrales nucleares ni los laboratorios de investigación en Ucrania fueron diseñados para soportar impactos directos de armamento moderno. Por lo tanto, la prolongación del conflicto aumenta notablemente las probabilidades de un accidente nuclear.
La dualidad de la investigación y el riesgo constante
A pesar de los peligros, los científicos del Instituto de Járkov continúan con sus proyectos de fusión nuclear y experimentos con hidrógeno radiactivo, recolectando datos que esperan presentar en conferencias internacionales. Esta paradoja refleja tanto la resiliencia de su personal como la fragilidad de un país que no solo enfrenta una guerra, sino que también debe salvaguardar materiales que, de liberarse, tendrían consecuencias devastadoras.
Un ingeniero del centro ha expresado que los ataques rusos carecen de lógica, pero su repetición sugiere una estrategia de presión a través del riesgo radiológico. Hasta el momento, la catástrofe ha sido evitada por suerte y ciertas contingencias técnicas. Sin embargo, con cada día que pasa en este conflicto, el pulso se prolonga, enfatizando la posibilidad de que la radiación se convierta en un arma involuntaria o deliberada, cuyas repercusiones superarían ampliamente las fronteras de Ucrania.
La comunidad internacional sigue de cerca esta inquietante situación. Las implicaciones de un accidente nuclear en Ucrania podrían tener efectos colaterales en toda Europa y más allá.
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