Alexander Fleming descubre penicilina, el primer antibiótico, el 28 de septiembre de 1928
El 28 de septiembre de 1928, Alexander Fleming descubrió accidentalmente la penicilina, el primer antibiótico, mientras investigaba bacterias en su laboratorio en Londres, un hallazgo que revolucionaría el tratamiento de infecciones y salvaría alrededor de 500 millones de vidas; su trabajo, junto a los científicos Howard Florey y Ernst Chain, fue reconocido con el Premio Nobel de Medicina en 1945.

El 28 de septiembre de 1928, el descubrimiento casual de Alexander Fleming en un laboratorio de Londres marcaría un hito en la historia de la medicina. Lo que comenzó como un simple experimento en la búsqueda de bacterias se transformó en el hallazgo de penicilina, el primer antibiótico del mundo, que revolucionaría el tratamiento de infecciones bacterianas.
Un descuido que cambió la medicina
Alexander Fleming, un físico escocés y microbiólogo, realizaba sus investigaciones en un pequeño cuarto de aproximadamente 12 pies cuadrados en una torre del Hospital St. Mary en Londres. Conocido por su desorden en el laboratorio, Fleming cultivaba bacterias extraídas de pacientes infectados, dejando las placas de cultivo durante varias semanas, lo que resultaba en un desorden de 40 a 50 platos llenos de cultivos bacterianos.
Su famosa revelación tuvo lugar tras regresar de unas vacaciones de dos semanas. Al revisar sus cultivos de Staphylococcus aureus, que había obtenido de una herida infectada, se percató de un extraño moho verde que crecía en una de las placas. Cerca de esta colonia de moho, las bacterias aparecían muertas y translúcidas. Esta sustancia, que más tarde determino que provenía de un hongo llamado Penicillium, sería la base del primer antibiótico, aunque el término "antibiótico" no sería utilizado hasta 1941.
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Fleming reflexionó sobre su descubrimiento: "Cuando desperté justo después del amanecer el 28 de septiembre de 1928, ciertamente no planeaba revolucionar toda la medicina al descubrir el primer antibiótico del mundo, o un matador de bacterias. Pero supongo que eso fue exactamente lo que hice".
El camino a la producción de penicilina
A pesar de su monumental hallazgo, la reacción inicial de la comunidad médica fue de desinterés. Durante el año siguiente, Fleming presentó su descubrimiento a sus colegas pero no logró captar su atención. A su vez, el proceso de aislar el "jugo de moho" se demostró sumamente complicado, lo que llevó a que su descubrimiento no fuera desarrollado durante aproximadamente una década, según cuenta V.D. Allison, asistente de Fleming.
La situación cambió en 1939, cuando los científicos Howard Florey y Ernst Chain comenzaron a investigar la penicilina. Ellos formaron un equipo de investigación que, junto con otros científicos como Margaret Jennings, Edward Abraham y Norman Heatley, logró aislar este antibiótico del moho, testarlo y aplicarlo para curar a algunos pacientes, aunque aún era una sustancia relativamente impura.
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En 1942, Fleming atendió a un joven enfermo de meningitis y decidió probar el polvo de penicilina, incluso sin purificar. Tras inyectarlo en la médula espinal del paciente, el resultado fue sorprendente: el niño se recuperó. Este éxito llevó a Fleming a abogar por la producción masiva de penicilina.
Un esfuerzo conjunto para la producción masiva
Convencido de la importancia de su descubrimiento, Fleming presentó su propuesta al gobierno, lo que derivó en un esfuerzo colaborativo entre los Estados Unidos y el Reino Unido para la producción masiva de penicilina. Para 1945, este primer antibiótico ya estaba disponible ampliamente, marcando una nueva era en la medicina.
El trabajo de Fleming, Florey y Chain fue reconocido con el Premio Nobel de Medicina en 1945, en honor a sus contribuciones en el descubrimiento, aislamiento y producción de la penicilina. Posteriormente, en 1964, Dorothy Hodgkin sería galardonada con el Premio Nobel de Química por elucidarle la estructura cristalina de la penicilina, lo que ayudó a los químicos a diseñar nuevos antibióticos.
Impacto en la salud global
Desde su descubrimiento, se estima que la penicilina ha salvado alrededor de 500 millones de vidas. Además de su uso en infecciones comunes como otitis, faringitis estreptocócica e infecciones de vías urinarias, ha dado lugar al desarrollo de cientos de diferentes antibióticos.
Sin embargo, el uso extendido y a menudo indebido de estos antimicrobianos ha llevado a que muchas cepas bacterianas evolucionen y desarrollen resistencia a antibióticos comunes, incluida la penicilina. En esta lucha constante contra los "superbacterias", científicos están explorando nuevas formas de combatir infecciones, incluyendo el uso de virus que atacan bacterias y herramientas de edición genética como CRISPR para diseñar nuevos fármacos.
El legado de Alexander Fleming continúa vigente, recordándonos la importancia de la investigación científica y su impacto en la salud global. Para leer más sobre estos y otros avances científicos, no dudes en seguir nuestras noticias en Liven.
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