Rusia envía 75 ratones al espacio y regresan 65 tras exitosa misión
Rusia ha completado con éxito la misión Bion-M Nº 2, enviando 75 ratones al espacio y logrando que 65 regresaran, lo que marca un avance significativo en la investigación sobre los efectos de la radiación cósmica en organismos vivos y ofrece valiosos datos para futuras exploraciones espaciales. Esta misión, que incluyó 1.500 moscas de la fruta y muestras biológicas, refuerza la capacidad de Rusia para avanzar en el campo de la biomedicina espacial.

La reciente misión espacial Bion-M Nº 2 ha resaltado el potencial de la investigación biomédica en el espacio, tras el exitoso regreso de 65 de los 75 ratones enviados en un innovador experimento. Este nuevo capítulo en la carrera espacial rusa se erige como un precedente de los desafíos que enfrentarán futuros exploradores del cosmos.
Detalles de la misión
Un mes después de ser lanzada desde el cosmódromo de Baikonur, la cápsula que transportó a los pequeños roedores y otros organismos ha aterrizado nuevamente en la estepa rusa. Entre sus tripulantes también se encontraban 1.500 moscas de la fruta y diversas muestras biológicas, con el objetivo de examinar los efectos de la radiación cósmica en organismos vivos. Tras un mes en la órbita polar, la nave expuso a sus ocupantes a niveles de radiación un 33% superiores a los que se experimentan en la Estación Espacial Internacional.
La misión Bion-M Nº 2, que se llevó a cabo durante un periodo de 30 días, fue diseñada para estudiar los efectos de la radiación cósmica y probar contramedidas, como medicamentos y blindajes, que podrían ser fundamentales para futuras exploraciones lunares y marcianas.
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Estructura de los grupos de investigación
Los ratones fueron organizados en diferentes grupos: algunos modificados genéticamente, otros tratados con medicamentos específicos y un grupo de control. Esta categorización permitía a los científicos cuantificar el daño a su organismo debido a la radiación y evaluar la efectividad de posibles tratamientos.
El Instituto de Problemas Biomédicos de Rusia, bajo la dirección de Oleg Orlov, ha indicado que, a pesar de que 10 de los ratones no sobrevivieron, sus muertes fueron atribuidas a "complejos conflictos intragrupales", dado que se trataba de machos agresivos. Esta perspectiva refuerza la idea de que el resultado general de la misión ha sido positivo, especialmente al compararlo con la misión anterior de Bion-M en 2013, donde se registró la muerte de 29 de los 45 ratones a bordo debido a un fallo en los sistemas de soporte vital.
Comparativa con misiones anteriores
El dato de que el 87% de los ratones sobrevivientes es un avance significativo en comparación con la misión anterior. Esto resalta no solo una mejora en las condiciones de soporte vital de la cápsula, sino también un progreso en los métodos de investigación utilizados para proteger a los organismos en situaciones extremas.
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Un diseño legado de la era soviética
El diseño de la cápsula se remonta a las Vostok, las mismas que llevaron a la primera persona, Yuri Gagarin, al espacio. Este tipo de nave esférica no permite maniobras suaves durante la reentrada, lo que implica un aterrizaje un tanto brusco. El impacto del aterrizaje fue tal que se produjo un pequeño incendio en la estepa de Oremburgo; no obstante, el fuego fue rápidamente controlado y no resultó en más incidentes.
El papel de las moscas de la fruta
En paralelo a la investigación con los ratones, la cápsula Bion-M Nº 2 también cumplió con un completo laboratorio biológico que incluía cultivos de hongos y líquenes. Las 1.500 moscas de la fruta que viajaron en este experimento representan la séptima generación de una estirpe que comienza en la Estación Espacial Internacional. Durante la misión de 30 días, nacieron nuevas generaciones de estos insectos, lo que sienta las bases para continuar un linaje que nunca ha experimentado la gravedad terrestre normal.
Los científicos planean que, tras unas cuantas generaciones más en la Tierra, los descendientes de estas moscas sean enviados nuevamente a la Estación Espacial Internacional, contribuyendo a un estudio de evolución en microgravedad.
Futuro de la investigación espacial
El análisis de los datos y muestras biológicas recuperadas de esta misión representará un esfuerzo significativo por parte de los científicos en los próximos meses. Los 65 ratones sobrevivientes, junto con el laboratorio biológico que los acompañó, se convierten en una fuente valiosa de información que podría ser crucial para garantizar la seguridad en futuras misiones espaciales.
Esta misión no solo avanza el conocimiento sobre los efectos de la radiación en organismos vivos, sino que también impulsa a Rusia a seguir explorando y desarrollando sus capacidades en el ámbito espacial. Aunque estos ratones no son tan emblemáticos como la famosa perra Laika, su contribución es indiscutible para el futuro de la exploración espacial.
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